[Capítulo IV: Fallas en nuestra economía de mercado] Capitalismo, Corrupcion y Pobreza
[http://www.cep.org.ar/articulo.php?doc=capitalismo,_corrupcion_y_pobreza&ids=66]
Capitalismo, Corrupcion y Pobreza
Mario Teijeiro, 19 de Agosto del 2001
En la búsqueda de las causas de la debacle económica, se está generalizando el diagnóstico simplista que el empobrecimiento de la mayoría es consecuencia del robo impune de unos pocos. La solución entonces es juzgar a los corruptos y lograr que devuelvan lo que robaron. "Hay que aplicarles la picana", dijo el sindicalista Barrionuevo, sugiriendo lo que a su entender es el método "apropiado" para la investigación. Pero hay quienes van más lejos aún, y visualizan la corrupción como una consecuencia inevitable del capitalismo neoliberal. Para ellos la solución incluye cambiar el modelo y volver al dirigismo estatal.
El ciudadano medio esta hoy más dispuesto a aceptar estos diagnósticos. Por un lado tiene la bronca del que sufre en carne propia la caída de ingresos, cuando no el desempleo y la indigencia. Por otro lado ha vivido estos últimos anos bombardeado por los escándalos de corrupción y la impunidad de los dirigentes que han participado en ellos. ¿A quien echarle entonces la culpa de lo que le pasa, sino a los corruptos y al "modelo neoliberal" que los cobijó?.
La corrupción, cuando se enquista en la dirigencia, es una desgracia que puede condenar a una sociedad a una decadencia permanente. Es que la corrupción de arriba se contagia irremediablemente al resto de la sociedad, sobre todo cuando los valores culturales medios son muy propensos a la irresponsabilidad individual. No hay sociedad organizada, ni capitalista ni socialista, que pueda prosperar cuando los ciudadanos se roban unos a otros e impera la ley del más fuerte. Menos aún en un mundo globalizado, en donde le es tan fácil a los capitales y a los ciudadanos más capaces y honestos, emigrar a otros países.
Es por estas razones que extirpar la corrupción de la dirigencia es un paso esencial. El ejemplo del comportamiento ético debe nacer desde arriba. Este es un principio básico, que no es de izquierda ni de derecha, sino un principio de sentido común para que nuestra sociedad pueda funcionar y no se autodestruya. Los esfuerzos para esclarecer y penalizar los hechos de corrupción de los últimos anos merecen ser apoyados por todos los ciudadanos, cualquiera sea su inclinación política. Debemos tener esperanza y hacer lo que esté a nuestro alcance para que este proceso de lucha contra la corrupción que recién se inicia, no fracase por especulaciones políticas o por la incompetencia de la justicia.
Pero la penalización de los actos de corrupción será una condición necesaria pero no suficiente para evitar la repetición del mal. Ante todo los actos de corrupción detectables, por más importantes que sean, serán probablemente una pequeña fracción de lo que ha ocurrido. Los que se podrán probar y penalizar, muchos menos. Los que permitan recuperar la plata robada, serán casi irrelevantes. Denuncias como las de la Sra. Carrió es de esperar que conduzcan a juicios objetivos y a la condena en la justicia de quienes deben ser condenados, pero poco conseguirán en cuanto a recuperación de los montos sustraídos. Insinuarle a la población que se podrá recuperar lo robado y con ello mejorar sustantivamente la situación económica, es una utopía demagógica.
Más grave aún seria que la sociedad asuma el diagnóstico que la corrupción es intrínseca al liberalismo y que la solución radica en cambiar el modelo y volver al dirigismo estatista. La corrupción es posible bajo cualquier sistema económico pero es mucho más grave cuando el intervensionismo estatal y sus regulaciones no le permiten al ciudadano común realizar sus actividades sin coimear al funcionario o político de turno. Tomar la corrupción de la década pasada como intrínseca al modelo liberal, es un error mayúsculo. Preguntémonos cuáles fueron las principales fuentes de corrupción. Todos conocemos "los retornos" para el financiamiento de la política que existen en el manejo del Pami, de los planes Trabajar, de los ñoquis en los aparatos legislativos, por mencionar sólo algunos casos. ¿Es esta corrupción culpa del mercado?; ¿o es una corrupción facilitada por el descontrol del gasto estatal?. Tomemos el ejemplo de las privatizaciones, donde se consagraron monopolios privados (algunos escandalosos, como las rutas por peajes). ¿Es la legalización de monopolios un ideario de la economía de mercado?. ¡Todo lo contrario!. La idea básica de una economía de mercado es un Estado que interviene para asegurar la competencia, no para evitarla otorgando monopolios privados, regímenes privilegiados (como el régimen automotor), protecciones arancelarias y desgravaciones impositivas que benefician al capital concentrado en perjuicio del interés general.
Lo que se hizo en la Argentina en la ultima década fue una versión avanzada del capitalismo corporativo y prebendario. Esta es una de las cosas que hay que cambiar. Pero la alternativa no es retornar a un estatismo dirigista, sino a una verdadera economía de mercado competitiva, sin privilegiados por la acción estatal. La alternativa no es compensar las discrecionalidades cometidas con nuevas discrecionalidades, ahora a favor de las corporaciones (¿y de los políticos?) que quedaron afuera en la oleada anterior. La alternativa es reducir al mínimo la intervención estatal, siempre fuente de corrupción, y hacer que cuando ella sea imprescindible, sea a favor de la competencia y no en contra de ella. Que la intervención estatal se concentre en el combate de las mafias y no en la asociación con ellas. La economía será así mucho mas eficiente, el crecimiento beneficiará a la mayoría y los corruptos tendrán muchos menos campos en los cuales operar.
Será desastroso para el país si la población es convencida que aquí fracasó el capitalismo a secas y que hay que volver al intervensionismo estatal. Aquí no fracasó un capitalismo de mercado sino un capitalismo corporativo que además, cometió dos errores estratégicos fundamentales: uno de ellos fue insertarse erróneamente en la globalización, con una apertura "trucha" basada en el MERCOSUR. El segundo error gravísimo fue la irresponsabilidad fiscal (funcional a la corrupción y el clientelismo político) que nos endeudó para gastar hasta llegar a la quiebra. El estancamiento, el desempleo masivo y la marginación social tienen su explicación en un capitalismo corporativo y un fisco irresponsable. El ataque al "modelo neoliberal" es un diagnóstico simplista que si se impone, será capaz de desechar lo bueno y lo malo y reemplazarlo por lo peor, continuando el tradicional ciclo pendular de nuestra Argentina inestable y decadente.
Si queremos salir del atolladero y retornar a un crecimiento sostenible, debemos hacer un diagnostico acertado y llegar a una síntesis realista. No podemos apostar a que vamos a recomponer la situación sólo persiguiendo corruptos (aunque hay que hacerlo y bien, pues con impunidad la corrupción no tendrá fin) y logrando que devuelvan lo que robaron (pues será muy poco). Tampoco la vamos a arreglar (¡por el contrario, la empeoraremos!) violando derechos de propiedad, confiscando empresas extranjeras, cobrándole impuestos a los que mas tienen. El "clasismo combativo" solo acentuará la fuga de capitales y de cerebros y hará que tengamos cada vez más pobres desempleados. La única manera de revertir el estancamiento y la pobreza es corrigiendo los gruesos errores de la última década, apostando a un capitalismo competitivo, insertado en la globalización a través de una apertura económica en serio (con un tipo de cambio realista) y un sector público austero, sin déficit, sin ñoquis ni corruptos. Al tiempo de andar ese modelo nos volverá a un crecimiento sostenible, aumentará el empleo y disminuirá la pobreza. Pero una mejora substancial de la calidad educativa será también un ingrediente insoslayable para revertir la marginación social y poder competir en el mundo globalizado. En el mientras tanto, será esencial contar con paliativos sociales eficientes para una (inevitablemente) difícil transición.
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Posted by Alberdi & Urquiza to Capítulo IV: Fallas en nuestra economía de mercado at 9/15/2003 08:26:00 PM
Capitalismo, Corrupcion y Pobreza
Mario Teijeiro, 19 de Agosto del 2001
En la búsqueda de las causas de la debacle económica, se está generalizando el diagnóstico simplista que el empobrecimiento de la mayoría es consecuencia del robo impune de unos pocos. La solución entonces es juzgar a los corruptos y lograr que devuelvan lo que robaron. "Hay que aplicarles la picana", dijo el sindicalista Barrionuevo, sugiriendo lo que a su entender es el método "apropiado" para la investigación. Pero hay quienes van más lejos aún, y visualizan la corrupción como una consecuencia inevitable del capitalismo neoliberal. Para ellos la solución incluye cambiar el modelo y volver al dirigismo estatal.
El ciudadano medio esta hoy más dispuesto a aceptar estos diagnósticos. Por un lado tiene la bronca del que sufre en carne propia la caída de ingresos, cuando no el desempleo y la indigencia. Por otro lado ha vivido estos últimos anos bombardeado por los escándalos de corrupción y la impunidad de los dirigentes que han participado en ellos. ¿A quien echarle entonces la culpa de lo que le pasa, sino a los corruptos y al "modelo neoliberal" que los cobijó?.
La corrupción, cuando se enquista en la dirigencia, es una desgracia que puede condenar a una sociedad a una decadencia permanente. Es que la corrupción de arriba se contagia irremediablemente al resto de la sociedad, sobre todo cuando los valores culturales medios son muy propensos a la irresponsabilidad individual. No hay sociedad organizada, ni capitalista ni socialista, que pueda prosperar cuando los ciudadanos se roban unos a otros e impera la ley del más fuerte. Menos aún en un mundo globalizado, en donde le es tan fácil a los capitales y a los ciudadanos más capaces y honestos, emigrar a otros países.
Es por estas razones que extirpar la corrupción de la dirigencia es un paso esencial. El ejemplo del comportamiento ético debe nacer desde arriba. Este es un principio básico, que no es de izquierda ni de derecha, sino un principio de sentido común para que nuestra sociedad pueda funcionar y no se autodestruya. Los esfuerzos para esclarecer y penalizar los hechos de corrupción de los últimos anos merecen ser apoyados por todos los ciudadanos, cualquiera sea su inclinación política. Debemos tener esperanza y hacer lo que esté a nuestro alcance para que este proceso de lucha contra la corrupción que recién se inicia, no fracase por especulaciones políticas o por la incompetencia de la justicia.
Pero la penalización de los actos de corrupción será una condición necesaria pero no suficiente para evitar la repetición del mal. Ante todo los actos de corrupción detectables, por más importantes que sean, serán probablemente una pequeña fracción de lo que ha ocurrido. Los que se podrán probar y penalizar, muchos menos. Los que permitan recuperar la plata robada, serán casi irrelevantes. Denuncias como las de la Sra. Carrió es de esperar que conduzcan a juicios objetivos y a la condena en la justicia de quienes deben ser condenados, pero poco conseguirán en cuanto a recuperación de los montos sustraídos. Insinuarle a la población que se podrá recuperar lo robado y con ello mejorar sustantivamente la situación económica, es una utopía demagógica.
Más grave aún seria que la sociedad asuma el diagnóstico que la corrupción es intrínseca al liberalismo y que la solución radica en cambiar el modelo y volver al dirigismo estatista. La corrupción es posible bajo cualquier sistema económico pero es mucho más grave cuando el intervensionismo estatal y sus regulaciones no le permiten al ciudadano común realizar sus actividades sin coimear al funcionario o político de turno. Tomar la corrupción de la década pasada como intrínseca al modelo liberal, es un error mayúsculo. Preguntémonos cuáles fueron las principales fuentes de corrupción. Todos conocemos "los retornos" para el financiamiento de la política que existen en el manejo del Pami, de los planes Trabajar, de los ñoquis en los aparatos legislativos, por mencionar sólo algunos casos. ¿Es esta corrupción culpa del mercado?; ¿o es una corrupción facilitada por el descontrol del gasto estatal?. Tomemos el ejemplo de las privatizaciones, donde se consagraron monopolios privados (algunos escandalosos, como las rutas por peajes). ¿Es la legalización de monopolios un ideario de la economía de mercado?. ¡Todo lo contrario!. La idea básica de una economía de mercado es un Estado que interviene para asegurar la competencia, no para evitarla otorgando monopolios privados, regímenes privilegiados (como el régimen automotor), protecciones arancelarias y desgravaciones impositivas que benefician al capital concentrado en perjuicio del interés general.
Lo que se hizo en la Argentina en la ultima década fue una versión avanzada del capitalismo corporativo y prebendario. Esta es una de las cosas que hay que cambiar. Pero la alternativa no es retornar a un estatismo dirigista, sino a una verdadera economía de mercado competitiva, sin privilegiados por la acción estatal. La alternativa no es compensar las discrecionalidades cometidas con nuevas discrecionalidades, ahora a favor de las corporaciones (¿y de los políticos?) que quedaron afuera en la oleada anterior. La alternativa es reducir al mínimo la intervención estatal, siempre fuente de corrupción, y hacer que cuando ella sea imprescindible, sea a favor de la competencia y no en contra de ella. Que la intervención estatal se concentre en el combate de las mafias y no en la asociación con ellas. La economía será así mucho mas eficiente, el crecimiento beneficiará a la mayoría y los corruptos tendrán muchos menos campos en los cuales operar.
Será desastroso para el país si la población es convencida que aquí fracasó el capitalismo a secas y que hay que volver al intervensionismo estatal. Aquí no fracasó un capitalismo de mercado sino un capitalismo corporativo que además, cometió dos errores estratégicos fundamentales: uno de ellos fue insertarse erróneamente en la globalización, con una apertura "trucha" basada en el MERCOSUR. El segundo error gravísimo fue la irresponsabilidad fiscal (funcional a la corrupción y el clientelismo político) que nos endeudó para gastar hasta llegar a la quiebra. El estancamiento, el desempleo masivo y la marginación social tienen su explicación en un capitalismo corporativo y un fisco irresponsable. El ataque al "modelo neoliberal" es un diagnóstico simplista que si se impone, será capaz de desechar lo bueno y lo malo y reemplazarlo por lo peor, continuando el tradicional ciclo pendular de nuestra Argentina inestable y decadente.
Si queremos salir del atolladero y retornar a un crecimiento sostenible, debemos hacer un diagnostico acertado y llegar a una síntesis realista. No podemos apostar a que vamos a recomponer la situación sólo persiguiendo corruptos (aunque hay que hacerlo y bien, pues con impunidad la corrupción no tendrá fin) y logrando que devuelvan lo que robaron (pues será muy poco). Tampoco la vamos a arreglar (¡por el contrario, la empeoraremos!) violando derechos de propiedad, confiscando empresas extranjeras, cobrándole impuestos a los que mas tienen. El "clasismo combativo" solo acentuará la fuga de capitales y de cerebros y hará que tengamos cada vez más pobres desempleados. La única manera de revertir el estancamiento y la pobreza es corrigiendo los gruesos errores de la última década, apostando a un capitalismo competitivo, insertado en la globalización a través de una apertura económica en serio (con un tipo de cambio realista) y un sector público austero, sin déficit, sin ñoquis ni corruptos. Al tiempo de andar ese modelo nos volverá a un crecimiento sostenible, aumentará el empleo y disminuirá la pobreza. Pero una mejora substancial de la calidad educativa será también un ingrediente insoslayable para revertir la marginación social y poder competir en el mundo globalizado. En el mientras tanto, será esencial contar con paliativos sociales eficientes para una (inevitablemente) difícil transición.
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Posted by Alberdi & Urquiza to Capítulo IV: Fallas en nuestra economía de mercado at 9/15/2003 08:26:00 PM
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